martes, 14 de diciembre de 2010

Carta a mi mismo II

Hace aproximádamente dos años y medio a sugerencia de un sicólogo que me atendía escribí una carta a mi mismo, era una de manera de plasmar mis sentimientos de ese momento, esa carta está publicada en este blog, ahora en vísperas de cumplir mis 54 años creo conveniente volver a hacer el ejercicio de reflexionarme a mi mismo, en este tiempo lamentablemente muchas cosas han cambiado y eso seguramente está dejando una huella en mi.

Querido yo:

Sin pensar generalmente esperamos los cumpleaños y los aniversarios, van llegando, unos buenos y festejables, otros no tanto pero a veces igual los festejamos, a diferencia de tantos cumpleaños anteriores éste fue esperado y pensado mucho por ti, saber como llegarías a esta edad dado el avance de la enfermedad, cuanto de ánimo te quedaría, cuanta salud te quedaría, cuanta tolerancia te quedaría todavía, ya llega el día, el 16 de diciembre, el mismo día que nació Beethoven, ese era tu orgullito, seguramente por la admiración que le tienes a este coloso de la música, no en vano de chico te leíste mas de una biografía de él, pero además preparándote a tu cumpleaños te regalaste el otro día una sesión de escuchar sus oberturas: Fidelio, Leonore y por su puesto Egmont, cuanto te gustan, quién tuviera el talento para vivir de la música, no?, seguramente ese ha sido uno de tus sueños ocultos e incumplidos, ha sido un buen regalo el que te hiciste, primero para no perder tu buena costumbre de escuchar y disfrutar de la música y segundo por volver a admirarte por el talento y la fuerza del compositor mas admirado por ti, se que tienes otros en tu lista de favoritos, no los olvides escúchalos, la música siempre es un bálsamo para el alma.

Desde la última vez que te escribí, has pasado muchas dificultades, fuerza física no te falto, aguantaste tanta intervención, tantas curaciones, pero el dolor no pudieron controlarlo y tuviste largos periodos de tiempo con fuertes analgésicos y gran cantidad de morfina, aunque no te gustó estuviste ausente, perdiste momentos de lucidez, no te comunicaste, perdiste tanto tiempo para dejar tus enseñanzas a tus hijos, para hablar con ellos, compartir sus mundos nuevos y jóvenes, no pudiste saber de sus ilusiones, fue un costo muy alto, quizá mas que el dolor mismo, pero ojalá tengas la capacidad, el ánimo y la voluntad de reparar el daño, ojalá puedas volver a comunicarte, reaprender a hablar con tu familia, comprenderlos y ojalá puedas dejarles algunas enseñanzas, valores que has construido y mantenido, ojalá les puedas contar de tus errores y frustraciones para que aprendan algunas cosas que no se deben hacer, ojalá pese a tu situación de enfermedad y discapacidad sepan lo importante que es buscar la felicidad, que sepan que tu también fuiste feliz, que ellos son los seres que mas felicidad te han dado, que tu amor por ellos no tiene límite, como no tiene límite tu preocupación por su futuro, ojalá se los puedas decir, ojalá que te escuchen. No es fácil, pero ahí tienes un desafío y no tienes mucho tiempo, porque ya vas de salida y porque ellos son cada vez mas grandes y autónomos.

La enfermedad te volvió paciente, no tenías alternativa, pero tienes mérito, también eres mas tolerante, claro cuando te enfrentas al final muchas cosas pierden importancia, te das cuenta que te haces problema de cosas intrascendentes, te amargas la vida por pequeñeces, por falsos orgullos y casi siempre al final las cosas transcurren mas allá de tu voluntad, a veces ganas y otras pierdes, cuando ganas presumes de ello y cuando pierdes tratas de ignorar lo sucedido, el orgullo muchas veces nos impide reflexionar del porque las cosas no salieron como quisiste y poder corregir los errores cometidos, es mas fácil ignorar y olvidarse.

Ahora pasadas tantas cosas, tu estado de ánimo no es el mejor, la derrota es mas cercana, la voluntad mas lejana, pocas cosas te alientan, parece que te acostumbraste a las malas noticias, pero eso sólo aparentas, tu sabes que en realidad te erosiona, te afecta, te rebela y lo peor y lo sabes es que no siempre hay respuestas y hay pocas exspectativas, mas aún éstas se hacen cada vez mas pequeñas, esa es la realidad y lo sabes, pese a eso que difícil es entrar en paz, resignarse a tu destino, para nadie seguramente le sería fácil en tus circunstancias, por eso te cuesta enfrentar el hecho inevitable de la muerte, no dejas de tener miedo, te aterran que los plazos sean demasiados cortos, te preguntas machaconamente si será posible saldar cuentas y esperar a la muerte sereno, hay vivos que sienten y saben lejana su muerte que dicen que es posible, hasta escriben y dan consejos, vive el día como si fuera el último de vida, eso se dice cuando tienes razonablemente décadas por delante, pero cuando el tiempo es mucho mas corto ya no es fácil vivir como el último de día de tu vida, esperas más, te cuidas mas y el miedo no se pasa, no te reprocho, quizá el tratar de alejar el día final sea mas humano que darte por vencido y echarte a morir, esperar con resignación como que acabaste de hacer todo en esta vida o lo pendiente ya perdió para ti importancia.

El destino ha sido duro contigo, no hay duda, pero no tienes elección y te sabes frágil como todos, pero de algún lado tienes que sacar fuerza y ánimo, lamentablemente la batalla aún no ha acabado, quienes te quieren esperan verte luchando, porque aunque deteriorado seguirás siendo el guerrero, el guerrero que siempre conocieron, a ellos no les dejes tu debilidad, tu fragilidad, llévatelas contigo en tu final, para ellos que quede tu último latido peleando aunque ya habrás perdido tu última batalla habrás ganado la memoria de quien no se deja vencer fácilmente en la peor de sus adversidades, que ojalá sea un ejemplo para los que te siguen.

No hay mucho que festejar en este tu cumpleaños, tan sólo el simple hecho que estás vivo.











1 comentario:

  1. Querido Rulo,
    tus palabras me han llegado mucho más de lo que te imaginas... gracias por compartir estos sentimientos con todos nosotros.
    Un abrazo grande,
    Suki

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