martes, 4 de enero de 2011

...que el futuro sepa que lo estamos esperando...

Con la ritualidad de siempre hemos despedido otro año, en mi caso el 54, una cena en casa con mi familia ha sido nuestra celebración, los chicos preparándose para sus posteriores fiestas de rigor, la conversación de todo y de nada y la televisión al fondo que encendimos para escuchar la noticia que minutos antes anunciaba el presidente de la abrogatoria de su gasolinazo, esperamos mucho, los canales también estaban de celebración y por tanto no pudimos ver, ni escuchar ni en directo, ni en diferido la noticia que seguramente servirá de punto de referencia para acordarse del 2010, en el futuro será lo que mas nítidamente quedará en el recuerdos de los bolivianos.

Pero mas allá de este hecho que marcará el año que despedimos, qué nos ha quedado en lo íntimo, en lo verdaderamente importante, muchos habrán logrado triunfos y materializado sus sueños, otros habrán pasado por tormentas y desiluciones y algunos otros habrán pasado el año como si este fuera estático, lo dejaron pasar, sin sobresaltos, pero sin méritos, sin triunfos, ni retos enfrentados, pero también sin fracasos, sólo pasó, en el balance final pérdidas y ganancias cero, creo que esa es la peor forma de pasar los años, sin espíritu, sin alma, sin tratar de conquistar las ilusiones, ni enfrentar las desventuras, cuando de lo que se trata en la vida es justamente de eso, por eso somos sensibles, inteligentes y capaces de amar, esas facultades tienen sentido sólo si sirven para ilusionarse e iniciar la conquista, de cualquier naturaleza, desde el amor, el trabajo, la ciencia, el estudio o cualquier cosa que nos rete y nos motive a demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de traspasar nuestras fronteras y encontrar nuevos derroteros. Sólo sirven para enfrentar y soportar las desventuras, sólo los hombres somos capaces de llorar de alegría y reír en el dolor, solo el hombre remonta las difucultades o muere en el intento, llegamos siempre al limite para vencer y soportar, muchas veces lo logramos y vienen las lágrimas de la alegría, otras no se puede y nos resignamos después del último intento, no antes, hasta los débiles tenemos la fortaleza para hacer un último intento incluso sintiendo cerca a la muerte.

Toda esta inicial reflexión la hago como preámbulo para decirles que yo he tenido un año tremendamente difícil, tanto por el deterioro de mi salud y el aumento de mis limitaciones, cuanto por las dificultades familiares, desencuentros, incomunicación, tensiones, etc. así como por las dificultades económicas que nos toco pasar. Pero cuando en mis silencios solitarios trato de hacer un balance creo que pese a todo tratamos de enfrentar, con cierta entereza, todas las dificultades, no nos dejamos derrotar, aunque reconozco que hubo días que quería bajar los brazos y entregarme a la derrota, de algún lado salía el impulso para seguir dando batalla, así paso el año, concluye como toda batalla con muchas bajas y penurias, pero aún no estamos derrotados, después de las fiestas de fin de año, seguramente concluirá la tregua, volveremos al campo de batalla, con temores e incertidumbres, pero dispuestos a dejar el último latido en la pelea, ojalá no desfallezcamos, que nos dé el aliento para aguantar, que los que nos siguen comprendan que las batallas que enfrentamos es por ellos, para que sus horizontes sean inmensos, para que mañana no los detenga nada, ni nadie y encuentren la fortaleza para vencer sus propias batallas y conquistar sus propios sueños.

Siguiendo esta analogía de la vida con las batallas, como guerrero de honor no puedo dejar de expresar nuestro reconocimiento a nuestros aliados de estas batallas: nuestros amig@s, quienes con su solidaridad, su cariño, su presencia, su acompañamiento, su voz de aliento, su compartir de nuestras lágrimas, su recuerdo, sus oraciones y un interminable etcétera de bendiciones, nos dan fuerza y nos hacer ver en cada momento que nunca estaremos solos, que sepan que los colmamos de bendiciones y que estamos dispuestos a acompañarlos en sus propias batallas como si fueran nuestras, que Dios los bendiga a todos.

Nadie sabe lo que le deparará el futuro, pero que el futuro sepa que lo estamos esperando dispuestos a triunfar, a sufrir, a pelear o morir lo que el destino disponga.

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